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Sobre esos nómadas que viven desnudos

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  • "Nomadismos"
  • Número 11 - 1 de julio de 2019
Gian Piero Frassinelli
  • Gian Piero Frassinelli

Gian Piero Frassinelli nos cuenta la fascinante historia del pueblo de los aranda, su libertad e imaginación poética, para reflexionar sobre el empleo y la importancia de los objetos incluso en nuestra sociedad, como propuso Superstudio en su exposición Vanguardias y cultura popular.

Walter Baldwin Spencer & Francis J Gillen, Australia Central, 1901. Google Art Project

Los aranda (o arunta) [...] son un pueblo que vive o, mejor dicho, vivía, en el desierto central de Australia y que hoy, desde el punto de vista cultural, se puede considerar extinguido. Hablamos de ellos porque es de extraordinario interés la brecha que existía en esta cultura entre la exigüidad del componente material y la complejidad de la dimensión religiosa, mítica y social, y que ha sido objeto de estudio por parte de algunos de los máximos exponentes de la antropología del siglo XX.

El carácter extraordinario del patrimonio de los mitos y creencias religiosas se permeabiliza hasta tal punto en su sistema cultural que, para entender esta cultura, hay que empezar desde su mito sobre la creación. El período de la creación venía llamado por los aranda el «Tiempo del Sueño»; aquel en el que los grandes antepasados vagaban por la tierra, al mismo tiempo que los humanos, los animales y los pájaros; todas las cosas de la naturaleza eran un unicum. Las especies naturales y los seres humanos descendían todos de esta fuerza vital, por lo que existía una íntima relación entre ellos. […]

La vida de los aborígenes se modelaba así gracias a las historias del Tiempo del Sueño, constituyendo la explicación del modo en el que el mundo se había creado y del modo en el que las personas tenían que comportarse y practicar las relaciones sociales. [...] Contrariamente a su extraordinario universo espiritual, la cultura material de los aborígenes, y especialmente la de los aranda, era sencillísima: se movían dentro de su territorio buscando perennemente comida y agua. Como suele pasar con los cazadores-recolectores, la caza era una prerrogativa de los hombres y la recogida correspondía a mujeres y niños. […]

Los aranda, viviendo en un territorio con poquísimos recursos, se veían obligados a desplazarse continuamente para buscar comida; en sus campos provisorios, por la noche, eran las mujeres las que construían los sencillos paravientos de ramas que los protegían parcialmente del frío nocturno. [...] Los equipajes personales de estos hombres y mujeres constituyen un catálogo con los más importantes instrumentos de los aranda, pero ello no significa que todos estos instrumentos se transportasen durante las migraciones diarias. Las observaciones de los antropólogos nos dicen que los aranda ocultaban en espera de un sucesivo pasaje o abandonaban diferentes instrumentos, sin preocuparse del trabajo que les había costado construirlos. Preferían renunciar a los objetos y no a su libertad de movimiento. [...] Es el mismo amor hacia la libertad lo que empuja a los aranda a liberarse de los instrumentos construidos con tanto esfuerzo.

[...] ¿Qué tienen que ver estas historias de primitivos con el diseño? Se pueden encontrar algunas respuestas en el catálogo de una exposición organizada por la Galería de Arte Moderno de Bolonia en 1975, llamada Avanguardie e cultura popolare. En 1975, Superstudio acompañaba la participación en esa exposición con una serie de fichas comparativas; en ellas, la jornada de una familia italiana se comparaba con la de una familia aborigen australiana, sobre todo en relación con la cantidad y la tipología de objetos usados en los respectivos contextos.

3 “Galaxia de objetos”, es decir, estos son lo que somos nosotros

[...] Este es el punto más profundo del abismo que nos divide. Nosotros, rodeados de objetos, condicionados por los objetos, aplastados por los objetos que hemos querido o que querríamos o que soñamos tener, sentimos un malestar cada vez mayor viviendo en una de las regiones de la tierra favoritas en cuanto a clima y naturaleza.

Ellos, por su parte, han elegido o, en cualquier caso, aceptado vivir con poquísimos y sencillos objetos, en uno de los ambientes más hostiles del globo. Han elegido no tener una Historia, no catalogar todo, no medir, comparar, sistematizar, juzgar e imponer en base a escalas de valores; han elegido no dejar huellas monumentales en el tiempo y en el espacio, no acumular poder y objetos.

¿Por qué los hemos elegido para compararlos con nosotros? Porque es más difícil que aplicar a otros primitivos el mito del buen salvaje o de las islas felices; porque es más fácil encontrar en estos los signos de los dolores, de las dificultades, de las enfermedades, del esfuerzo de vivir.

Hemos perseguido durante miles de años la superación de todas estas cosas: cada generación se ha convencido de estar cerca de alcanzar la felicidad, pero esta se alejaba, transformándose y desapareciendo ante nuestros ojos como un espejismo.

En nuestro pasado remoto tomamos una decisión fundamental: decidimos sacrificar una parte de nuestra libertad para conquistar nuestro bienestar; cada generación ha hecho su pequeño sacrificio para obtener esta meta; hoy, esta sigue estando lejos y nosotros nos hemos conformado con unas pocas migas de nuestra libertad.

Ellos, por su parte, solo han elegido ser libres, para lo bueno y para lo malo, dueños de su mundo y de sí mismos; libres porque están seguros de los significados y de los valores de las cosas que los rodean y, por tanto, en armonía con estas; libres de afrontar sus problemas porque solo pueden esperar que la solución surja de ellos mismos; libres quizás de morir a los cuarenta años, pero tras un completo ciclo biológico y social.

¿Quién ha tomado la mejor decisión? Es imposible decirlo. Los resultados están tan lejos en el tiempo y en el espacio que no se pueden comparar. ¿Es más difícil sobrevivir a la falta de agua en un desierto o a la falta de energía en una ciudad?

 

Nota sobre el libro

El volumen recoge parte de su curso de Antropología Cultural en el IED Roma, revisadas y ampliadas de forma orgánica. En el texto, el autor se dedica al análisis previo al proyecto y a la definición del diseño y de los problemas éticos que conlleva, para realizar una reseña, a continuación, sobre una "galaxia de objetos": desde la botella de cerveza a la tableta de chocolate, para llegar a la granada de mano es decir, objetos con características físicas parecidas, pero destinados a un uso profundamente distinto desde los utensilios de los aborígenes a los modelos matemáticos y económicos, concluyendo con la revalorización del diseñador Victor Papanek.

Una búsqueda autónoma, continuando la experiencia de Superstudio, y un viaje para descubrir una vía alternativa a la proyectación, para encontrar una nueva y sorprendente ruta hacia la realización de objetos y espacios.

Fotografía de Gian Piero Frassinelli: Antonio Cama

Autor: Gian Piero Frassinelli

 

 

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