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Entre físico y digital: el futuro ya está aquí

  • IEDentity
  • "Phygital"
  • Número 04 - 11 de junio de 2018
Filippo Nardozza
  • Filippo Nardozza

El designer y docente del IED Milán, Lorenzo Ruggieri, nos conduce en un viaje tan ordinario como futurístico en la ciudad digital. Una cotidianidad que ya es realidad. Pero la frontera entre lo físico y lo digital, ¿dónde está?

Ya no es solo un conjunto de sucesiones numéricas binarias, distantes e inseparables. Hoy, el digital es real, físico e impregna nuestra cotidianidad más de cuanto podemos imaginar. Puede que no prestemos demasiada atención al hecho de que, como media, llevamos 15 smart objects en el bolsillo, objetos conectados, capaces de almacenar y elaborar datos gracias a su potencia de cálculo. O a que, al vaciar la mochila, los "ordenadores" - objetos dotados de un chip con funciones facilitadas para la conexión a la red - que llevamos con nosotros cotidianamente llegan a ser incluso 21. El Internet of Things (IoT) es un ecosistema que viaja con nosotros en la cotidianidad. Si prestamos atención, el futuro ya no está tan lejos.

Por otra parte, basta pensar que ya en 1926 Nikola Tesla había hipotizado un mundo lleno de objetos que nos habrían permitido comunicarnos entre nosotros, dando vida a una especie de gran cerebro, capaz de crear conexiones entre los distintos devices. Y que el primer objeto conectado nos devuelve a 1989, y es una tostadora de pan capaz de dialogar con el Internet de los orígenes.

¿De dónde nace el futuro (ya presente) de la cotidianidad digital? Este vive en los devices producidos por grandes multinacionales (Apple, Google, Microsoft, Samsung, pero también Vodafone, que no es un proveedor de hardware sino de conectividad, en la base del IoT), cada una de ellas ha desarrollado la propia plataforma del Internet of Things, con las que llenamos nuestras casas.

Por su parte, en la base de la digitalización de nuestra ciudad se encuentra la distribución del edge computing: la elaboración de datos se efectúa, en parte, a bordo de devices de uso cotidiano equipados con sensores y no solo en servidores remotos.

2 Por lo tanto, ¿cuál es nuestro lifestyle en la ciudad digital?

Parece futurístico, pero ya podemos delinear nuestro lifestyle en la ciudad digital desde que nos levantamos hasta que nos vamos a dormir. Desde la mañana, ya podemos estar conectados, a partir del café: en la cocina puedo encontrar el agua hirviendo lista a la temperatura y hora deseadas, gracias al hervidor el IoT que he programado la noche anterior mediante una aplicación; mientras desayuno puedo pedir información a mi Google Home gracias al interfaz vocal y actualizarme sobre las previsiones del tiempo y sobre las últimas noticias.

Si me encanta ir a correr por la mañana, cuando salga - con la aplicación en la mano - podré monitorizar mi ritmo, consultar el archivo de mis logros e incluso seguir un programa de entrenamiento sugerido por el digital coach incluido en mis zapatillas (por ejemplo, con la aplicación Nike+ Running).

Llegados a este punto será hora de ir al trabajo: puedo usar un servicio de sharing y subir en una Mobike o una Car2go. Una vez en la oficina podría moverme por una estructura en la que los desplazamientos de los dependientes se monitorizan con los correspondientes devices conectados, gracias a los que es posible saber cuáles son las salas más llenas en un determinado momento, aumentando o reduciendo la aireación, recargando las máquinas eléctricas en modalidad wireless o calentando el ambiente gracias a paneles solares orientados según la posición del edificio. Oficinas de este tipo recogen e intercambian datos continuamente.

Desde el trabajo podría decidir controlar qué pasa en casa: mediante Nest de Google Home puedo monitorizar la temperatura, aumentar la calefacción, comprobar que todo está en orden, incluidas las plantas. Después, a la hora de comer, podría usar un vaso smart que monitoriza lo que estoy bebiendo y mi hidratación, llegando a recordarme que debo beber y cuanta bebida ingerir.

Pero la jornada digital no se ha terminado. Después del trabajo podría decidir ir a hacer compras. En Diesel (por ejemplo en la Piazza San Babila de Milán), cuando se llevan las prendas al probador, gracias al chip RFID se pueden ver proyectadas en el espejo noticias sobre esas prendas. Mientras las pruebo, una pantalla de 85 pulgadas a mis espaldas visualiza posibles variables de las prendas que tengo conmigo. Si, por otra parte, estoy a punto de realizar una adquisición importante en Ikea, por ejemplo una cocina, un videowall me permitirá visualizarla a tamaño real, en escala 1:1, igual a cuando vendrá montada.

Una vez terminadas las compras, me desplazaré para ir a cenar en un coche con neumáticos Pirelli conectados, capaces de monitorizar constantemente su estado, equilibrio, y nivel de desgaste del dibujo de la rueda. ¿Y en el restaurante? Existe un food sniffer, y el cocinero que está cocinando la carne que he ordenado podrá controlar que realmente sea de la calidad indicada, verificar la procedencia y verificar que se haya criado según específicos criterios.

Cuando regreso a casa, antes de ir a dormir y terminar esta larga jornada digital me lavo los dientes: si uso un cepillo Oral-B conectado a una determinada aplicación, podré controlar que se están cepillando del mismo modo todos los puntos de las dos arcadas. Por último, me dejaré transportar por un sueño restaurador y monitorizado (cuánto me muevo mientras duermo o durante cuántas horas he estado en las distintas fases).

Es un futuro ya presente, "adquirible" en el mercado. Y esta cotidianidad digital en el próximo futuro aumentará de manera exponencial. Las proyecciones hablan, actualmente, de 25 billones de objetos conectados en total (excluidos Pcs y smartphones), 7900 devices conectados contemporáneamente al minuto. Las inversiones en IoT oscilan en torno a unos 250 billones de euros en todo el mundo.

Mirando estas dinámicas, están claros los tres pilares sobre los que ya se mueve el IoT, factores que esta economía deberá tener cada vez más presentes, en un mundo cada vez más lleno de ruido, con movimentación de mercancías cada vez más amplias y con una concentración de la vida urbana que, en 2050, será del 70%: anticipar las necesidades (o crearlas, elemento fundamental para el diálogo entre empresas y personas); resolver los problemas (permitirnos la delegación cada vez mayor en la tecnología, basta pensar solo en los recibos que ninguno de nosotros paga físicamente, sino con cargo automático en la cuenta corriente); aumentar la eficiencia (no hace falta que una persona controle físicamente que los distribuidores automáticos estén llenos o que recopile información si lo hace un device conectado).

Deteniéndose un momento a observar esta cotidianidad digital está claro que, además de reflexiones de naturaleza tecnológicas, esta acarrea consigo una dimensión humanística. "La realidad que nos rodea ya no se puede basar en frías tecnologías o en productos que se deben introducir en el mercado; hay algo más complicado, que parte del auténtico diálogo. La tecnología digital lleva al extremo este concepto de diálogo entre una empresa, un servicio, un producto y el cliente, y lo hace a través de la actividad en el mundo digital, en la que nos exprimimos. Las fotos que publicamos en Facebook y en Instagram y el smart object que adquirimos hablan, de manera verosímil, de nuestra vida: por lo tanto, el digital forma parte a todos los efectos de un mundo real en el que narramos algo sobre nosotros mismos, de la misma manera que elegimos un vestido o un aspecto en lugar de otro", reflexiona Lorenzo Ruggieri.

El futuro digital ya es el presente. Pero esta cotidianidad, de alguna manera, ¿puede hacer que se reduzca el papel de nuestros sentidos? Quizás, más que reducción es necesario hablar de "confusión". "Si en el mundo físico experimentamos una amplificación de nuestros sentidos, en el digital es distinto. También aquí una parte de la experiencia se basa en los sentidos (vista, tacto), pero en el momento en que el sonido de un dispositivo se produce de manera digital (y no física) y llega a nuestros oídos, es difícil entender dónde termina un ámbito y dónde empieza el otro. Los mundos se funden cada vez más, pero no es un empobrecimiento. La riqueza del mundo digital está en la profundidad de conjunto que puede ofrecer: basta pensar en el probador de la tienda Diesel, un lugar muy pequeño pero desde el que, gracias al digital, tengo acceso a todo el enorme catálogo de productos de una empresa, una tienda infinita".

El futuro ya está aquí.

Autor: Filippo Nardozza

4 Lorenzo Ruggeri

La gente define su relación con el mundo a través de los productos y servicios que escogen. En una carrera global y siempre más veloz, las marcan necesitan diseñar nuevos sistemas que importen realmente a las personas.

El diseño debe acercarse a una idea, a una empresa, a la creatividad y a la tecnología para crear productos y servicios que se diferencian realmente y que tienen sentido.

He trabajado en la industria del Design durante 18 años y he realizado proyectos de Interaction Design, Product Design y Branding. He diseñado para pequeñas empresas italianas y chinas así como para grandes multinacionales. He trabajado con 3M, SAMSUNG, IDEA, DIESEL, SKY, Midea, T-FAL, Indesit, OVS, Nespresso y Allianz.

Mi gran pasión hacia la tecnología me hace preferir proyectos que me permiten combinar la multisensorialidad del mundo físico con la abundancia de contenidos e información del mundo digital. Mientras tanto, he apoyado a empresas en la realización de productos y proyectos de comunicación.

Creo firmemente en el intercambio de mis conocimientos y experiencias con mis colegas y con las próximas generaciones que se acercarán al maravilloso mundo del diseño. Soy uno de los miembros del Advisory Board y de la Facultad en el Máster de Service Design (PSSD) en el Politécnico de Milán, donde soy profesor de Internet of Things. También soy miembro de la Facultad y profesor en el Máster en Service Design de Poli.Design. Soy profesor de Product Design en el IED de Milán.

Mis trabajos han sido seleccionados para varias exposiciones y, algunos de ellos, han sido expuestos en la Trienal de Milán y en el Louvre de París. También he sido honorado con premios internacionales como el 2 Red Dots, 2 Good Design Awards, 8 Design Plus, 4 Golden Pins.

Mi idea del diseño podría resumirse en todas las historias, todas las ideas y todos los productos que permiten que una persona con una naranja en la mano pueda hacer un zumo.