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El Diseño como oportunidad

  • IEDentity
  • "Escenarios de futuro"
  • Número 01 - 28 de febrero de 2018
Marco Zanini
  • Marco Zanini

Las transformaciones aceleradas del mundo contemporáneo sitúan al Design en el epicentro de una nueva cultura del proyecto. Marco Zanini (Comité Científico IED) nos invita a una reflexión acerca del papel que puede jugar el Design en el nuevo mapa de relaciones del mundo contemporáneo.


El mundo cambia, el diseño cambia, el IED cambiará.

Cuando empecé a trabajar, en Milán, a finales de los años 70, no existía el fax, ni el teléfono móvil, ni internet; para comunicarnos con los clientes extranjeros usábamos el télex, los diseños se hacían a mano con lápiz y los finales a tinta china con el estilógrafo.

En Moscú estaban Brezhnev y Kosygin, Reagan estaba en Washington y, en China, Deng Xiaoping empezaba a abrir, con extrema prudencia, las ventanas del Lejano Oriente al mundo.

Hoy el problema es justo el contrario, de tecnología tenemos mucha, quizás demasiada; pero con pocas ideas claras que, muy a menudo, parecen llegar tarde; el mundo está globalizado pero la desigualdad y la concentración de la riqueza siguen empeorando.

Hace falta mucho proyecto y, por lo tanto, diseño, no para inventar nuevas tecnologías, sino para mejorar el uso y el acceso de las que ya están disponibles y vergonzosamente infrautilizadas; nunca hemos tenido, a lo largo de la historia de la humanidad, tanto acceso como hoy al conocimiento y a la información; acceso democrático, gratuito, inmediato y en cualquier parte, pero parece que no somos capaces de aprovecharlo.

El tercer milenio será el momento del cambio acelerado, de una complejidad omnipresente, cambios radicales en los estilos de vida, en las prioridades y en los valores.

El planeta ha sido descubierto y ocupado en su totalidad, con la ayuda de la ciencia hemos reconstruido la historia, se han estudiado los problemas que tenemos que resolver hasta en su mínimo detalle, el conocimiento necesario para resolverlos está disponible; en gran parte de las instancias lo que falta es el proyecto: en la política, en la economía, en la administración, en la educación.


Estamos a los inicios de una nueva modernidad que superará rápidamente muchas certezas del pasado: las profesiones, las clases sociales, las razas, los géneros, la vida como un recorrido predefinido; las sociedades que serán capaces de ofrecer una mejor calidad de vida serán las que tengan la capacidad de mediar, incluir, entender, pensar de manera rompedora, sin nostalgia de míticos pasados felices y sin la arrogancia de certezas que, normalmente y en buena parte de las mismas, no son ciertas; las que tengan la capacidad de mediar con lo incompatible: la automatización con un pleno empleo, entendiendo el trabajo como un componente de la dignidad humana y no solo como instrumento económico, la tecnología y la naturaleza, la desigualdad intrínseca a culturas diferentes (chinos y bahianos) y la justicia social, la libertad individual y la solidaridad no obligatoria.

Los datos existen, faltan las conexiones; del hardware hemos pasado al software y, por último a la interacción. Es un viaje que parte de la tecnología hacia la antropología; hace pocos años se hablaba de los Big Data (Macrodatos) que hoy ya se llaman Thick Data (Datos densos); también se hablaba de Design Thinking (Pensamiento creativo) y hoy se habla de System Thinking (Pensamiento sistémico), aunque muchos ni siquiera conocen el significado de estos términos mientras otros son especialistas; pero también está quien ya está investigando nuevos territorios. El problema está en la enorme distancia, en continuo aumento, entre quien sabe mucho y quien sabe poco, entre quien está adelantado y quien se queda atrás, y que no consigue vivir en paz haciendo lo que le gusta en el modo que ha elegido.

Los grandes edificios llenos de empleados que hacían operaciones repetitivas serán sustituidos por algoritmos, que optimizarán las intermediaciones sin ninguna simpatía ni malhumor; las grandes fábricas se sustituirán por impresoras tridimensionales; el tractor que distribuía herbicidas uniformemente sobre inmensas áreas aunque no hiciese falta se sustituirá por un dron que esparcirá la cantidad necesaria en el lugar adecuado y en el momento justo.

El auténtico problema ya no será producir ni distribuir, sino aunar a una sociedad sometida a tensiones a las que no estaba acostumbrada, y el futuro ya no forma parte del mañana: era ayer y no hemos sido capaces de darnos cuenta.

Hace mucha falta la cultura del proyecto y, por lo tanto, el diseño.


Brasil, país del futuro que exporta felicidad, sigue siendo el país rico y bendecido por la suerte que siempre ha sido, pero ahora que el mundo está globalizado y todos lo saben, es incluso más evidente de cuanto lo fuese en el pasado.

Poco antropizado (24 habitantes por kilómetro cuadrado cuando Bangladesh tiene 1319 y Holanda 388), verde, con mucha agua, buenos terrenos, sol, recursos naturales, biodiversidad, 10.000 kilómetros de costa y playas para sentarse a la sombra de una palmera y mirar el mar, lejos de los conflictos que destruyen regiones enteras y contagian a gran parte del hemisferio norte.

La riqueza existe pero falta el proyecto, hace falta el diseño.

Hay que hacer mucho trabajo y el diseño ya no es solo estética y funcionalidad de objetos producidos industrialmente que, por otro lado, en buena parte proceden de China.

El diseño se encontrará, en el Brasil del tercer milenio, en la agricultura moderna que vive de la gestión de datos y de las tecnologías de la información, la ingeniería genética e inteligencia artificial; el diseño se encontrará en los servicios para una calidad de vida más sostenible; el diseño estará en la representación de una sociedad que ya está emergiendo pero que a menudo no cuenta ni con forma ni con identidad.

El diseño es hoy una oportunidad de trabajo cualificado y de calidad en una sociedad estratificada, donde la mano de obra es, cada vez con mayor frecuencia, una mercancía pagada lo menos posible; una profesión con un fuerte componente de realización existencial y personal; un posible camino para convertirse en empresarios y, por lo tanto, dueños del propio destino.

 Autor: Marco Zanini